|
(2625 lecturas)
Fuente: La Prensa, 2003-10-18 |
Sección: Responsabilidades
Su peor error? La decisi�n de seguir gobernando como si tuviera una hegemon�a con la que ya no contaba. El gobierno hablaba en un idioma muerto, incomprensible para los bolivianos de hoy
En agosto del a�o pasado, Gonzalo S�nchez de Lozada puso sobre sus hombros un pe�sado fardo que ha terminado por aplastar�lo. Un pa�s con una crisis econ�mica seve�ra, pero sobre todo con una clase dirigente que hab�a iniciado a rega�adientes una serie de re�formas econ�micas y pol�ticas en las que s�lo cre�a parcialmente, a fines de los 90, pero que poco despu�s dubitaba sobre su pertinencia y, en m�s de un aspecto, trataba de dar marcha atr�s. El gobierno de Hugo Banzer, con su gran mediocridad, hab�a sido el testimonio de esa dubitaci�n, sobre todo en cuanto a la valiente medida de capitalizar las empresas estatales.
La duda existencial de la clase dirigente a este respecto, sumada a su incapacidad para infundir confianza y credulidad en la poblaci�n con respecto a la marcha del pa�s, acabaron con lo que los soci�logos llaman "hegemon�a", y que consiste en el poder de gobernar con ideas y sue�os, sin apelar a la violencia directa. �sta fue la causa primera de la inviabilidad de los diversos intentos de di�logo pol�tico du�rante el gobierno de S�nchez de Lozada. Y tam�bi�n de la gran cantidad de violencia que tuvo que ejercer.
La causa segunda de ambos fracasos fue la din�mica que adquiri� el movimiento social, enfrentado al Estado por razones hist�ricas y raciales, el cual comprendi� paulatinamente que sus gobernantes eran unos tigres de papel, ocupados �nicamente en los correteos de las pegas y las prebendas.
En una palabra, la gente se hart� de ellos. Simult�neamente, prest� atenci�n a una pr�dica radical, neomarxista, que era minoritaria hace algunos a�os, pero que se ha convertido en muy importante hoy d�a. Es la pr�dica de la "democracia directa", copiada de la que rige en los organismos corporativos, y de la "democra�cia �tnica", que pretende incorporar obligato�riamente los procedimientos y las expresiones campesinas al sistema pol�tico.
Estos son los hechos que crearon el vac�o en el que finalmente se precipit� el presidente S�nchez de Lozada.
�C�mo reaccion� la clase dirigente (y el Presidente) ante estas condiciones? Muy mal. Carente de argumentos, no pretendi� (no pre�tende) dotarse de ellos ni mucho menos tratar de comprender los argumentos contestatarios, ni siquiera para derrotarlos en el debate. Se empecin� (se empecina) en obligar a todos a cumplir la ley, como si esto no requiriera de ciertas condiciones pol�ticas. Es decir, se ence�rr� (se encierra) en la exaltaci�n de la autori�dad, pero lo hizo (lo hace) por impotencia m�s que por un sincero esp�ritu autocr�tico. Falta de visi�n e impotencia: �stos son los defectos que pueden achacarse al presidente S�nchez de Lozada y no otros que se le endilgan. �Y su peor error? La decisi�n de seguir gobernando como si tuviera una hegemon�a con la que ya no contaba. Por eso las constantes y angustio�sas afirmaciones del ministro Javier Comboni de que todo era "un problema de comunica�ci�n". Ten�a raz�n, pero involuntariamente. En realidad era un problema de "lenguaje". El go�bierno hablaba en un idioma del pasado, un idioma muerto, incomprensible para los boli�vianos de hoy.
MÁS NOTICIAS
|
|